sábado, enero 31, 2009

y ahora quién, si no soy yo

viernes, enero 30, 2009

Algo de profético tiene que tener una canción como summertime... siempre una profecía escondida en el telar infinito de significados en los que me voy enredando, siempre la posterior alusión a la misma, jodidamente arrogante en mi trono de dador de realidad, falsedad.

"Hush, baby..."

No hay profecía alguna. No hay madeja de significados. No hay realidad apreciable en este cúmulo de sensaciones, deforme y lánguido, en el que he devenido. Sólo una seguridad cierta, fundada en la inseguridad total.

"Then you'll spread your wings"

No hay comentario de trastienda, ni dulcería poética, ni Nocturno de ningún lado. No hay conclusión semiótica ni deseo de saborear estas letras.

No es exorcismo.


de barro de barro de barro

de barro este terror enamorado

tirado al medio del suelo sembrado

y mientras pasa todo

y todo se hace nada

se asoma por los poros

el barro como lava

y mientras pasa todo

y todo se hace nada

se asoma por los poros

el barro como lava.[Chinoy]



esto es una ridiculez.

domingo, enero 04, 2009

Ontogenesia

Surge un río de ratas, no se de dónde río la rata surge y me sonrío de irme navegando. Me veo carcajeado burlado en el bullente caudal, chirriante, mordiente -dicen mis pies- que me saca de la nada que no he descrito y me lanza adelante. Veo al frente como se tiñe lentamente lo que creo y el dibujo se confunde en la ausencia de líneas. Me llevan más adelante, las ratas sobre sus espaldas sucias -cochinas, dice alguien, no se bien quién, alguien un poco al lado de mi oreja que gusta susurrar y que puede ser una rata. Quiero que sea una rata. Es una rata y se llama Crúor-. Crúor me toma de la mano y me lleva contra la corriente, el río se separa, no existe. Puro chillido y mordida es el río frente a su mano y la mía enlazadas. El costado del camino nos acoge y nos saca las vestiduras. Veo caer una túnica, una capa, un tricordio, un brazalete, una enagua dorada manchada con todos los colores, y manchada de rojo. Crúor me toma ahí mismo, sin susurrarme ya, sin nada más que una caverna frondosa en su entrepierna, un agujero que me traga completo y me tritura. Juguetean sus fauces y su lengua punzante en mis ojos, mis cabellos son quemados por el ácido que lo llena todo, soy regurgitado y vuelto a absorber. Parpadeo y es un animal salvaje que me grita, un animal como un perro, una flor, una tarta de frutillas dulces. Baila a mi alrededor pasándome la lengua por la lengua, tocándome las entrañas con sus manos que palpitan y colgándose de mi como si me poseyera, espíritu frenético que me explota encima como si muriera, con un grito y una mueca de dolor y placer que no pueden sino encantarme. Me deja inconsciente. En un momento siento todo saliéndome del vientre. Abro los ojos. Crúor está ahí y me sonríe, me alimento de su cabeza. Lloro frente al espejo que es el río hasta que de su cabeza no queda nada. Abandono el cuerpo a las ratas. Camino por senderos imposibles durante meses en los que no pienso nada, un largo hilo de saliva se extiende desde mi boca por todo el mundo y de él surgen otros como yo, uno o dos, no sé; puede que ninguno. El dolor se me hace insoportable, o demasiado exquisito. Ya no camino. Me quedó ahí inmóvil, como un árbol, móvil como un árbol. Comienzo a parir, durante semanas. De mi surgen ratas, todas las ratas, van saliendo desde mi pies, se forman, van juntas, dibujan un sendero o un camino sobre el camino del mundo. Miro a mi cuerpo desaparecer, volverse pequeño mientras las ratas salen y salen. Duermo un buen tiempo esperando que salgan todas, cierro mis ojos y ya no tengo piernas. Veo a Crúor y luego a mí.
Ya no vuelvo a abrir lo ojos.