En los párpados me pesa
la distancia de fallecernos
Poseernos en una lambada
glauca de fotos patas arriba
Martilleando la sordera
de tus pasos, todos mis dedos
envainados, con manzanas
Gusanos de la espera eterna
tomados de la mano de Circe
Cerdos en fila, como si la ciudad
intentara darnos de beber
una absenta de raíz burlesca,
burlada, burda De mi sien la arena
belicosa brama Empápame,
tengo los ojos volados
mis dedos se deshacen en la trampa
de ebriedad ornitológica
Y me lanzo
Avenidas en picada, pasándome
bajo el estomago las cabezas
ignorantes de mi fuga y mis ojos
su vuelo de escape, su vuelo de agua
El cauce de los edificios con sus corales
en movimiento, mutando en comunicadores,
palabras benditas con papel moneda
que el obispo lleva en los cordones de los zapatos
listos para colgar a quien se atreva
a no morir como se mande
a matarse en agitación de pólvora
a aplastarse bajo un tren de caracoles
Le invito a dibujar la silueta de su cuerpo
ahí en el lugar que tiene asignado
no olvide su número, el teléfono, si quiere
(Que no se culpe a nadie)
Un gran pez en mis manos se rebalsa
el abrazo volado, la cumbre más alta
Femenino veo en su aleta mis ojos
en sus ojos los otros, de otra sábana
de un árbol, de un cielo estrellado
un cielo de Chesterton anudado a mi cuello
como una gran interrogación
enarbolada como estoque
óxido en el filo, una lanza
la pregunta lanzada con ballesta
una granada reventándome Pero no es así.
Apenas pesándome los párpados
enlodándome el sueño, el deseo
de volverme una espiral en el blanco
aterrizaje de mis plumas
Me las arranco, delicado
aprisiono una cordillera en mis brazos
y se hacen al cielo sin mí
que pongo a hervir el agua
y me quedo pesado,
despierto.
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