Despertar a una realidad de candelabros y flores. Plantas, la Paula hablándome de que nunca habrían tantas plantas en mi pieza y las paredes que ya no son, y se transparentan a una casa más alta y más amplia que parece estar preparándose para algo.
Entre el límite superior de mi cama y la pared hay mucha basura, toneladas. Se me cae la cámara del Nico ahí, y la Blackberry e intento rescatar la cámara pero el espacio es muy estrecho y yo no comprendo cuándo llegó toda esa basura a ese lugar ni por qué tengo la cámara al lado de la almohada. Giro la cabeza y hay un cuadro que palpita en la pared, en la pared real, no transparente, o más que un cuadro un algo de luz, la precisión correcta sería algo de luz, por más impreciso que eso sea esa es la impresión correcta y la luz es naranja y roja y azul, en ocasiones no es y en ellas el sueño se me va diluyendo, despierto a una realidad de automóviles y sus faroles en mis cortinas pero entrecierro y veo nuevamente ese algo de luz que me palpita o me llama o qué se yo.
Giro mi cabeza giro mi cabeza porque llega una mujer (y es gorda, debo decirlo, desagradablemente gorda, no muy gorda pero de una gordura repulsiva.) a dejar su cartera ahí, inapropiadamente, al lado de la cabecera y su cartera es marrón de cuero pero ahí es donde despierto a una realidad de candelabros y flores. La fiesta parece estar comenzando y los rostros conocidos van dando paso a gente con aspecto huraño, como de hurón. Yo me enfado y quiero reclamar pero la voz no me sale y respiro con dificultad. Intento hacerle entender a Paula y ella me mira extrañada y pequeña y estúpida y la gorda entiende y me busca las pastillas porque yo creo que es alergia y si no es alergia no sé qué porque la gargante está aprisionada como si hubiera comido vidrios o hilos o pájaros. Me siento a escribir aquí a que se me pase la garganta
domingo, junio 05, 2011
lunes, marzo 14, 2011
Bitácora de Consecuencias #14
No hay elementos verdes o insectos locusamoénicos rebotándome en las pupilas. No un contacto de dedos o un aura como de tontera envolviéndolo todo. No hay necesidad de enmascarar siquiera la refulgencia del instante detrás de un doble juego de apariencias. No hay nada edulcorado que escribir, nada que ocultar. Y sin embargo... todo es exactamente igual a como fue.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)