viernes, octubre 02, 2009

Desapariciones. Uno

Una repisa repleta de libros dejó una mancha de polvo.
Las personas pasaban y agradecían el nuevo espacio. Las polillas gusano migraron a la sección de teoría cognitiva. Los ratones hicieron madrigueras en geografía.

Yo miro sin entender muy bien. Con mi libro en la mano.

viernes, septiembre 18, 2009

Repeticiones III

Se puede tomar el ruido pero la respuesta ya dice suficiente. Se pueden cerrar los ojos para mirar con la boca el espacio conformado por las casualidades.
Puedes dar un paso y caer en el vacío, desde el vacío.

Repeticiones II

¿Qué buscamos, si no un camino que de una u otra forma nos remezca hasta que las raíces estallen de alegría?
Me gustaría decir: Esto es lo inevitable.
Me gustaría decir.

miércoles, septiembre 16, 2009

Repeticiones

Imagina una rueda del tamaño de la tierra, cuya tarea sea girar sobre ella. Imagina que el movimiento está dado por tu caminar sobre la rueda. Ahora imagina las estrellas.

Correspondencia

Cuando abrí el sobre no pensé, no quise, el papel era demasiado blanco y la caligrafía enervantemente delgada, Qué podrá ser, no tengo parientes ni amigos, no tengo cuentas susceptibles de estar impagas, jamás habría cometido un asesinato ni un robo, simplemente estoy aquí, con la cabeza debajo de mi almohada esperando que la tarde pase sobre los árboles no muy grandes, por mi jardín no muy verde y mis ojos profundamente cerrados. La carta lleva un membrete que no logro identificar, que no quiero leer, tiene un tamaño impropio, ni muy grande ni muy pequeño, pero lo suficiente como para tener que acercármela a la cara, oler levemente la fragancia de la mano que se cuidó de poner la estampilla, estampilla con contiene un paisaje que ignoro, pero que abarca tonos y formas que me ponen los pelos de punta, unos árboles como los míos, unos ojos como los míos.
Casi puedo visualizar la lengua pasando por el pegamento, lentamente, empezando por la punta, despacio, no vaya a lastimarse, No, cómo se le ocurre, llevo años en esto, volviendo cada segundo a la seguridad tibia de la boca, para hidratarse y retornar con renovadas fuerzas a la lucha, al cortejo, con el dulce pegamento que dejará un sabor por el resto del día, que viajará kilómetros a una casa indeterminada con techo rojo y claveles en el antejardín para besar apasionadamente a un esposo indiferente, a un amante lúdico, a un espejo vacío con mirada tenue y triste.
Alcanzo el abridor de cartas (¿tengo un abridor de cartas?) y lo sostengo un par de segundos frente a mis ojos, La mente humana actúa en un ritmo que no calza con las acciones, hay un dejo de esperanza en cada movimiento, que intenta resguardar la fragilidad incógnita del acto como expresión pura de realidad, despojada del sentido irremediablemente contaminado por periódicos viejos, chimeneas agónicas y desayunos solitarios frente a un plato vacío, un plato de nada.
Deslizo el cuchillo por el pegamento, como si fuera la lengua misma, una contraparte metálica, un correlato biónico de la humedad reemplazada por lo gélido, con el rasgo compartido de mi palpitar y su palpitar: un solo discurso, cortado en dos puntos por estas acciones soberbias de cerrar y abrir, palabras cuya llave debiera otorgarse sólo a deidades o elementos vegetales, retazos de nube, madrigueras de ratones. Opone poca resistencia, se abre de golpe, logro ver un par de letras manuscritas en una tinta negra profunda, respiro profundamente una y otra vez con el sudor recorriéndome el cuerpo.

Lentamente unos dedos comienzan a salir del sobre, delicados, las uñas con esmalte rojo, bien cuidadas, perfumadas, hidratadas, suavizadas. Me acarician lentamente las falanges de la mano, con una calma intensa que me recorre el cuerpo, ya la muñeca está afuera del sobre y el antebrazo intenta mostrarse, lozano y descabelladamente blanco.
Por un segundo dudo. El resto de los segundos le di mi mano, y así estuvimos, así nos quedamos, entrelazados.

Bitácora de consecuencias #1

El cielo calmó los ánimos cuando puso su mano sobre la mía y me miró directamente a los ojos. Las abejas revolotearon amistosas en torno nuestro, como si fuéramos flores o tazas de miel. El campo infinitamente verde regalaba sus bailes y cantos inocentes a nuestros sentidos, potenciado por el murmullo cristalino de las aguas bullentes de animales de todos los colores del arcoíris.

Cuando escribas de esto, trata que no parezca tan edulcorado, me dijo.

Yo
me decidí por la literatura.

Bitácora de extraña #4

Consecuencias, consecuencias. Hay una dificultad irrenunciable cuando intentamos mover un objeto cualquiera, no hablaré de grados ni fórmulas, la física es un lugar que frecuento pero no domino. Hay algo irrenunciable, inenarrable, en el acto mismo de modificar la abertura de mis labios para pronunciar una palabra cualquiera, mover el aire en oleadas constantes que mecánicamente produzcan un sonido, un gritoplegarialamento que puede tanto significar como perderse en el vacío, el inevitable vacío de empujar un objeto cualquiera sin enunciar su objetivo; por mera aproximación alegórica es la etiqueta sobre el nombre lo que nos entrega el mensaje sobre la acción. La acción se pone en marcha entonces, a partir del movimiento del dedo, del vibrar del aire que sale de mi lengua húmeda y tímida, del impulso nervioso que acciona el gatillo extensivo a todo mi cuerpo.

Entonces está hecho, tenemos un acto, tenemos una palabra, un beso, un grupo de flores pisadas, una polilla agónica, el ronroneo de un gato, un gemido de placer, un gemido de rabia, un gemido de esperanza, treinta y seis situaciones posibles en una hoja de papel en blanco, trescientos cincuenta y seis orgasmos por todo el cuerpo, la contemplación silente de la vibración que produce el sueño en los ojos de una persona, ese temblar de labios que precede al encuentro con otros labios largamente deseados.

Tenemos el deseo, la acción, la palabra, la hoja en blanco y una serie de límites en los que la estructuración del discurso debe darse de una manera medianamente satisfactoria, a menos que no queramos significar, o intentemos significar aquello que no queremos significar, lo que sería un contrasentido delicioso y difícilmente cierto.

Hay 3 peligros fundamentales en todo esto:

- Los hoyos negros.

Están ahí, al alcance de la mano e invisibles. Basta poner mal una letra y la narrativa se va al carajo, al punto de fuga, a la tipología desinteresada (como si fuéramos agrimensores) de un autómata eficiente.

- La libido

No diré mucho con respecto a este tema, todos quienes lean sabrán bien a lo que me refiero. Para ilustrar: aquella fuerza que resalta la adjetivación a niveles insufribles (ya sea por abundancia o parquedad), aquella que nos lleva a escribir textos crípticos a las 3 de la mañana, intentando darles matices concretos pero terminando en una madeja inexpugnable de giros argumentales y peticiones de principio. Calentura literaria, o no tanto.

- Los osos polares

Son blancos, gordos y tiernos. Por más ligera que sea mi descripción creo que los caracteriza bien, después de todo, que sus pelos sean transparentes, que asesinen orcas y que su peso esté bien equilibrado no le importa a nadie. Lo fundamental es eso: blancos, gordos y tiernos. Tanto modifican la realidad que me vi obligado a poner uno en esta tríada y, aunque el sentido se dibujó difuso después de aparecer la forma, considero que en un nivel bastante retorcido, es lo que más sentido hace de todo esto.

- Entonces, ¿de qué consecuencias me hablas? y ¿qué tiene esto que ver con las anteriores bitácoras?

Buen
amigo, no ha habido anteriores bitácoras.

jueves, septiembre 10, 2009

Bitácora de extraña #3


El dramatismo se nos hizo poco cuando, sopesando las posibilidades, decidimos que las opciones eran sacarnos la ropa o morir. Como la muerte volvería menos pura (o groseramente pura) la experiencia que suponíamos estar teniendo, lanzamos al aire los vestidos.
Los latinos tenían nudus para significar "sin ropa". No deja de asombrarme esa capacidad de hacer aparecer la imagen sonora frente a las imprecisiones del habla. La lengua pronuncia desnudo y el latino de mi interior imagina un desropado sin ropa (prefijo des, indica oposición), alguien dos veces despojado de la vestimenta, como si los dioses le impusieran una tarea imposible sólo para probar el equilibrio que supone la inmortalidad. Lo cierto de todo esto es que estábamos en ese estado, así, un poco nudus, un poco despojados de las ropas mojadas (molliare, me sopla el latino vulgar), pálidos y tiritando bajo el calor risible de una ampolleta de 100 watts.
La lengua estaba limpia, sin rastros de nada que antes hubiera pasado por ahí y deseaba seguir en ese estado de existencia, los músculos se sabían fríos pero no atinaban a enviar los mensajes necesarios para dejar de estarlo; los actos que se sucedieron fueron resultado inmediato de la decisión lúcida que partió con el recuerdo de una toalla en mi bolso, que continuó con lanzarse a la cama y cobijarse en las sábanas, que se vulgarizó al tomar la cámara análoga y disparar a todos los nortes.
Podría llamar pasividad a ese momento, podría llamarlo paz, etiquetarlo despreocupadamente con una cinta de colores fuertes que rezara liviandad, gritarle en las orejas su nombre: cavidad benéfica, tapa de hojalata, pata de paloma oxidada y colmillo de roedor sediento. Podría, puedo, pude decir un centenar de palabras que llenaran cuadrículas de realidad, que conformaran un ejército de sentido y narratividad mágica, volviendo un sinsentido la penumbra cadenciosa que conformaban los nuevos tonos del rock matemático y la proximidad del nudus, pero la declinación del túnel de la realidad, por la distancia que me alejaba de su entrada, se me hacía una droga irrenunciable. El paracaídas estaba abierto y podía dedicarme a caer (des/esperadamente caer, tristemente, aleteando y con la nariz empeñada en subir, en alejarse de ese des/tino irrevocable que la gravedad disfruta con una sonrisa cínica, oponiendo su des/formidad universal a nuestros cuerpos sin leyes, des/organizados, sucios a fuerza de restregarse los ojos con pezuñas usadas, de lagrimear estúpidamente una plegaria vacía a unos dioses des/carados: EX NIHILO NIHIL FIT
- Cállate, tus partículas me duelen en la cara, tus raíces se propagan por mi campo y me retuercen las begonias, me asesinan los alelíes...
A FRUCTIBUS COGNOSCITUR ARBOR
- No se conoce a nadie por nada, estás burlándote del frío y la felicidad que sentía. Te dedicas a banalizar, tomas tu bastón y me golpeas. Yo, un hecatónquiros bajo tu red semántica de des/precio, de Canta, oh musa... pero eso ya es griego, y tu ya no estás, cíclope verborréico.) en una pausa prolongada y agradable.

Fue ahí que las estructuras mentales comenzaron a ser caracoles, el tiempo se nos fue por la borda, capitán, y la luz de la aurora nos bañó de manera poco agradable. Fue ahí que soñé con el dibujo de los tigres, con la cabeza acromegálica, con la muerte en el espejo y con unos labios que manaban toneladas de sangre, fue ahí que soñé que des/pertaba, des/perdigado, des/asido, des/olado.

Bitácora de extraña #2

El tacto era familiar. La lluvia caía pesada pero gentil, en goterones que se repartían por mi cuerpo como carreteras sonoras, descompuestas en colores indescriptibles que llevaban grabado en sus hombros la identidad completa de la realidad, un palimpsesto acuático del instante, tarros de pintura sucesivos que no abandonan su significado unitario y se vuelven parte de un todo absolutamente personal e intransferible, pero intuido deliciosamente universal.
Desconfiado, más por absurda costumbre que por real pálpito, me dejé reposar en la tierra mojada. Permití a mi pies libres pasearse por las pozas y a mi cuerpo dejarse recorrer por las nubes. Los árboles que me rodeaban se volvieron personas que me tomaron en un abrazo infinitamente cálido y extrañamente carente de sensualidad. No podía evitar las risas y bebí de la lluvia durante horas, sintiendo el penetrante frío de la manera más agradable que pueda lógica o locura alguna conjeturar.

Las cifras de los días son matemáticamente infinitas, pero no hay cielo mortal bajo el que quepa la consideración posible de ese camino poliforme que es el tiempo. Puedo declarar, con un temor irrenunciable al poder creativo de la enunciación (y a sus consecuencias), que me despojé en un momento de la preocupación por la causalidad, y que un instante vi un instante, y que en un paso vi todos los pasos reflejados, resonantes, y la lluvia fue un millar de espejos de mi rostro y su personalidad vedada, borrada por la mano deleble de la compresión.
Cerré mis ojos entonces y dibujé una sonrisa en el universo por cerca de media hora. Los trazos de mi lucidez me indicaron que el momento para volver era ese, a riesgo de que uno futuro ya se viera imposibilitado por la biología de mi circulación.
"Vamos, volvamos, tenemos que secarnos".
Y partimos, torpes y mojados de vuelta a la oscuridad de la habitación.

martes, septiembre 08, 2009

Bitácora de extraña #1

La lengua se mantuvo amarga durante mucho rato. Las risas llegaron rápido, nadie muy seguro de qué las producía. En la mesa, una chicha y un mezcal acompañaban las horas de quienes reían en otra frecuencia, en un paso un poco más lento u opaco del que nos hacía a nosotros vibrar. Dejaré de momento el plural para lanzarme al yo, después de la risa el nosotros no fue algo tan apreciable como para atreverme a darle un lugar.
La música fue siempre un elemento de duda, no sabía si era mi cabeza o las bocinas, podría haber sido también la lluvia, después entendería que era todo eso un poco sumado, o restado de... El punto es que me fui a la pieza escapando de las luces, intenté escribir algo en el computador o poner una melodía distinta pero la luz se enemistaba conmigo o jugaba a enemistarse y me hacía las cosas imposibles. Llegaron varios con un dispositivo que producía colores y formas a mi contacto, me mantuve interactuando con él durante lo que sentí horas, probablemente fueron minutos. La música duraba entre 4 y 5 minutos pero era todo un universo en mis sentidos y me perdía la noche en ese ir y venir cadencioso y agradable. Me lancé a la cama, buscando refugio de la luz amarilla, ordenando mis pensamientos que nunca me abandonaron, pero sin poner resistencia a las visiones magníficas que comenzaban a gestarse.
La lengua pasó de amarga a inútil, los ojos no paraban de lagrimear, mi nariz se mojaba sin desbordarse y mirando al cielo respondí que estaba bien, que veía una estela detrás de mis dedos y que mis ojos estaban abiertos, aunque ellos no lo notaran. Los músculos de mis brazos dolían un poco, cada vez menos hasta casi no estar ahí.
Alguien encendió la luz y pude ver las líneas de las cosas vibrando, pedí que todo quedara así un momento y mi visión pasó de la vibración a una división horizontal constante, así como un filtro sobre la televisión que separara todo en líneas delgadas y muy unidas. Me acompañaron en la cama, cada uno en sus preocupaciones. Ahí comencé a sentir cómo los sonidos rebotaban en todas las cosas al mismo tiempo, cómo todo palpitaba al unísono y la invariabilidad del tiempo presente, el estar en una existencia inmensurable y simultanea con todo, devenir de las posibilidades en el instante único e irrepetible. Intenté enunciar esas palabras (más una confirmación que un descubrimiento) pero no lograba nada, frases sueltas y crípticas frente a la mirada comprensiva de una compañera.
Ahí decidí probar algunas cosas. Me alejé de la cama, casi arrastrado, y con mucha dificultad llegué al living, inevitablemente giré y giré, intentando alcanzar los reflejos y las sombras que se me aparecían en todos lados: siluetas circulares, como jarrones de sombra, humo de cigarrillo indeleble que me dediqué a seguir con ansias, el sonido de la lluvia que se volvía vibración en mis ojos.
Llegó alguien con hierba y jugó a lanzarme el humo cerca, lo que agradecí porque aun no experimentaba totalmente con mi olfato, sentía las hojas en mi lengua acompañadas de un poco de tierra, pero no tuve ganas de fumar. Intenté escapar un poco, un par de segundos, en ese momento entraron 2 por la puerta y alguien prendió la luz justo en el momento en que unos labios fueron posados apenas un mínimo un instante sobre los míos. La conjunción de sensaciones produjo una especie de túnel de luz que me mandó proyectada la visión varios metros más atrás.
Volví a la cama, en busca del calor de la música. Logré poner un par de canciones, hablamos un par de minutos sobre lo que íbamos sintiendo y todos pasábamos por cosas muy distintas, lo único común era el efecto musical así que nos arrojamos nuevamente en la cama, dedicándonos a escuchar.
Yo, comencé a fumar tabaco mentolado insistentemente, sentía como si lo estuviera mascando y era bastante agradable. También dediqué mi tiempo a oler, me pegué al cabello, a la piel, las manos, el humo, olía y fumaba y me remecía con la música cada vez en un tono más potente. Pasado lo que sentí como varias horas decidí que era tiempo de probar algo distinto. Me levanté, arranqué mis calcetines y les dije: vamos afuera, no podemos desaprovechar la lluvia y la tierra. Y así nos fuimos, torpes y descalzos.

viernes, agosto 21, 2009

siempre fuiste un poco más concreta
quién sabe en qué sentido
sería muy facil decir
si así dijera
levanta un poco los pies del suelo
y dime qué piensas
de las noches
eflorescencia
a veces se trata de eso
de nacer en una palabra no dicha
en un espacio filtrado por lo desconocido
atarse a un montón de sombras y correr descalzo
soportando las piedras puntudas
los caracoles desechos
girar hasta elevarse
de cuando en cuando mirar hacia arriba
porque el arriba siempre te mira,
de alguna forma te mira
y salir así
con las patas sonrientes
la sonrisa volada
los ojos un poco tristes
a veces
no hay más que eso

domingo, junio 14, 2009

Te veo las palmas apuntan al suelo
Te veo los ojos cegados
Sin embargo, sin embargo
Sigo aquí

imbunche

Me acecha inanimado un zombi muerto viviente en la espalda lo llevo Cargo su cruz Sentado sobre mi rostro al despertar La ducha su cabellera pútrida se me pega a los labios las manos los ojos Arrojado en el piso me tropieza en pleno baile giro salto de carnero Embestida no cae Caigo sin cuencas se ríe sus cuencas se ríe Yo negro asfalto flor en picada Negativo parchados los ojos ceniza de pelos al sol Maldición no me muevo no me muevo no me muevo no me muevo no me muevo veinte noches más cinco en la misma letra de la misma página La erosión de las referencias... La erosión de las Referencias... La erosión de las referencias se me sale por lo hoyos el queso el aliento las manos no me muevo me escupe al oído me parcha los orificios imbunche saco de carne no me muevo tengo cosidos los brazos las piernas las letras vacían-se sácame-que-no-me-muevo-le-grito-legrito-sácame-labios-cosidos sácame-hiena sácame-muerto-cosido-los-labios-a-mordiscos-de-perro en el asfalto negrito la tierra me cubre no me muevo negrito negrito mírame las cuencas imbunche-mírame el ano imbunche no me muevo puros hilos los hilos de dedos debieran mover mi cuerpo cerrado negrito mírame el polvo cabello montaña no me escapo no me escapo negrito escarba tus dedos rasguña grita negrito negrito rómpeme los oídos negrito no escucho tus manos tu piel no escucho tu tacto tus cuencas parchadas negrito no llores negrito estoy bien negrito
Estoy bien negrito
Bien negrito
Estoy

jueves, junio 04, 2009

En los párpados

En los párpados me pesa
la distancia de fallecernos
Poseernos en una lambada
glauca de fotos patas arriba
Martilleando la sordera
de tus pasos, todos mis dedos
envainados, con manzanas
Gusanos de la espera eterna
tomados de la mano de Circe
Cerdos en fila, como si la ciudad
intentara darnos de beber
una absenta de raíz burlesca,
burlada, burda     De mi sien la arena
belicosa brama     Empápame,
tengo los ojos volados
mis dedos se deshacen en la trampa
de ebriedad ornitológica
Y me lanzo
Avenidas en picada, pasándome
bajo el estomago las cabezas
ignorantes de mi fuga y mis ojos
su vuelo de escape, su vuelo de agua
El cauce de los edificios con sus corales
en movimiento, mutando en comunicadores,
palabras benditas con papel moneda
que el obispo lleva en los cordones de los zapatos
listos para colgar a quien se atreva
a no morir como se mande
a matarse en agitación de pólvora
a aplastarse bajo un tren de caracoles
Le invito a dibujar la silueta de su cuerpo
ahí en el lugar que tiene asignado
no olvide su número, el teléfono, si quiere
           (Que no se culpe a nadie)
Un gran pez en mis manos se rebalsa
el abrazo volado, la cumbre más alta
Femenino veo en su aleta mis ojos
en sus ojos los otros, de otra sábana
de un árbol, de un cielo estrellado
un cielo de Chesterton anudado a mi cuello
como una gran interrogación
enarbolada como estoque
óxido en el filo, una lanza
la pregunta lanzada con ballesta
una granada reventándome    Pero no es así.
Apenas pesándome los párpados
enlodándome el sueño, el deseo
de volverme una espiral en el blanco
aterrizaje de mis plumas
Me las arranco, delicado
aprisiono una cordillera en mis brazos
y se hacen al cielo sin mí
que pongo a hervir el agua
y me quedo pesado,
despierto.

lunes, junio 01, 2009

Feliz

Floresración de papeles pintados, de velas multicolores elevándose por mis paredes transparentes, por mis paredes prestadas y ahora gigantes e iluminadas.
Floresración de felicidades completas, casi tanto tan completas que parecían escapárseme de tanto que me llenaban.
Floresración de sueños intempestivos, de sombreros vegetales, de comida abundante y tierna...

Floresración... por todos lados floresración.

domingo, abril 19, 2009

Contraste

Rebanar el queso filadelfia, aplicarlo en la galleta perféctamente cuadrada que ahora va a dar a un lado del coctel exótico que nos preparó la brasileña.
Tomar nuestras cosas, prender un pucho, caminar de noche cantando canciones mamonas, imaginando canciones.
Subirse a una micro, viajar kilometros, bajarse, subirse a otra, viajar más hasta bajarnos de nuevo pero ahora en el peligro nocturno del callejón desconocido y los piños de caras desconfiadas pegadas en las esquinas.
Meterse a una okupa, derruido todo: las caras, los zapatos, los animales, el techo. Sentarnos en círculo y beber en caja, seguir bebiendo, fumando, bebiendo.
Meterse a la cama, rodeados de velas, de espacios vacios donde deberían ir puertas, de techos caidos, de animales ajenos, de sonrisas que se mezclan y reparten por los recovecos del lugar: sonoridad fantasmal, casi de ultratumba dibujando siluetas imposibles, susurros y ecos nocturnos con muerte en la mano.
Luego abrir los ojos.
Abrir.

miércoles, febrero 18, 2009

Vamos, dejémonos de pavadas
déjame arrancarte una fruta del pecho.
No me mires así,
abre bien los ojos ponte las gafas
Póntelas y mírame completo
más allá de la vista, del oído

No me pongas esa cara,
la pena ya nos tiene
sin poder apreciarle
el dulce brillo al pez
apenas cubierto de agua

(sin poder reflejarnos)

Esa que nos nace y fluye
pezcaracol,
cancionletra,
besoespalda,
cuello, cuellopiel

y que ahora, sombría,
se llena de hojas
grises:
reflejo y retazo poco claro.
Fantasmas de las líneas
de las líneas de nuestros ojos.

Blanco y negro
aspirado el sonido

moribundo, triste.
Como sólo las cosas tristes

Cubierto, cenizado.
Agónico, agónico, agónico.

Dame tu mano,
no temas y dame tu mano
que mientras me uno a ella
entrelazado en la ansiedad
del tiempo,
irá cambiando tu cara
y desde tu mano irá
y desde tus ojos irá
extendiéndose, caluroso
un clamor sin imágenes,
pura existencia
rehusándose al código de la letra;
y nos irá llenando, y nos irá llenando, y nos irá llenando

quizás lentamente pero con brío, con dulzor de destino inescapable, de cosa firmada con letra escarlata. Miraremos en torno y habrá nacido una casa, con los restos de la otra metidos en el porche inglés, en el cielo otoñal y el poste para arañar del gato, que,

gastado
por
el
tiempo,

seguirá en la esquina destripándose de a poco, pero dejando en su camino la angustia de esperar frente a una puerta cerrada, golpear con las patas, romperse las uñas, dormirse mirando por el tímpano de la puerta, por el cerrojo velado. Oliendo del otro lado para formar una imagen vaporosa, un teatro de sombras chinescas, un diálogo de cine mudo,

El gran monologo de la vida saliendo de labios impíos, descascarados y mordidos, sangrantes; el actor mirando los asientos vacíos, escupiendo en los rostros estoicos, gritando sonetos, versos corales, poesía épica, secular, un hilo escapando de la lengua furiosa que es puente por debajo de la puerta, es cuerda para escalar ese abismo que te tiene a ti de un lado y a mi del otro.

Y te escucho escuchándome, tocándome los dedos desde el otro lado del muro, mirándonos a los ojos desde tiempos distintos, con la vista al mismo mar pero otro; tan nuestro pero tan otro.

"Evidentemente, no puedo romper la pared con la cabeza, porque mis fuerzas no alcanzan para ello; pero me niego a aceptarla simplemente porque sea de piedra y yo no tenga fuerzas para romperla"


Pero no son pavadas
no son pavadas
cómo
si no son pavadas

Así...

sábado, febrero 07, 2009

"Mañana de quietos horizontes
junto al vacío estanque
de mi miedo:
hay un lugar oculto en tu mirada;
donde mi mano toca
nada encuentro
y es la soledad el fruto de mi juego:
amar lo que no ha sido,
temer lo que no llega

Y si hoy digo si a la vida,
mañana un horizonte destruirá la casa...
Y si hoy digo que no,
no habrá ni casa ni horizonte,
ni luz.

Sólo silencio.
y este indescifrable amor que siento
por lo que nunca fue,
por lo que siempre ha sido

Hay amor.
Esta fragancia incontrolable que nos daña
(donde nuestra soledad es una,
donde todo parece perpetuarse)
Y no digo sí
ni no;
yo soy el que espera
tu horizonte,
como un prisionero,
más allá de cuanto fuimos,
más allá de cuanto somos.

Mañana de quietos horizontes
junto al vacío estanque
de mi juego...
Esperando tu amor, tu olvido, tu silencio,
esperando tu amor.
Ahí,
donde nace mi miedo."

sábado, enero 31, 2009

y ahora quién, si no soy yo

viernes, enero 30, 2009

Algo de profético tiene que tener una canción como summertime... siempre una profecía escondida en el telar infinito de significados en los que me voy enredando, siempre la posterior alusión a la misma, jodidamente arrogante en mi trono de dador de realidad, falsedad.

"Hush, baby..."

No hay profecía alguna. No hay madeja de significados. No hay realidad apreciable en este cúmulo de sensaciones, deforme y lánguido, en el que he devenido. Sólo una seguridad cierta, fundada en la inseguridad total.

"Then you'll spread your wings"

No hay comentario de trastienda, ni dulcería poética, ni Nocturno de ningún lado. No hay conclusión semiótica ni deseo de saborear estas letras.

No es exorcismo.


de barro de barro de barro

de barro este terror enamorado

tirado al medio del suelo sembrado

y mientras pasa todo

y todo se hace nada

se asoma por los poros

el barro como lava

y mientras pasa todo

y todo se hace nada

se asoma por los poros

el barro como lava.[Chinoy]



esto es una ridiculez.

domingo, enero 04, 2009

Ontogenesia

Surge un río de ratas, no se de dónde río la rata surge y me sonrío de irme navegando. Me veo carcajeado burlado en el bullente caudal, chirriante, mordiente -dicen mis pies- que me saca de la nada que no he descrito y me lanza adelante. Veo al frente como se tiñe lentamente lo que creo y el dibujo se confunde en la ausencia de líneas. Me llevan más adelante, las ratas sobre sus espaldas sucias -cochinas, dice alguien, no se bien quién, alguien un poco al lado de mi oreja que gusta susurrar y que puede ser una rata. Quiero que sea una rata. Es una rata y se llama Crúor-. Crúor me toma de la mano y me lleva contra la corriente, el río se separa, no existe. Puro chillido y mordida es el río frente a su mano y la mía enlazadas. El costado del camino nos acoge y nos saca las vestiduras. Veo caer una túnica, una capa, un tricordio, un brazalete, una enagua dorada manchada con todos los colores, y manchada de rojo. Crúor me toma ahí mismo, sin susurrarme ya, sin nada más que una caverna frondosa en su entrepierna, un agujero que me traga completo y me tritura. Juguetean sus fauces y su lengua punzante en mis ojos, mis cabellos son quemados por el ácido que lo llena todo, soy regurgitado y vuelto a absorber. Parpadeo y es un animal salvaje que me grita, un animal como un perro, una flor, una tarta de frutillas dulces. Baila a mi alrededor pasándome la lengua por la lengua, tocándome las entrañas con sus manos que palpitan y colgándose de mi como si me poseyera, espíritu frenético que me explota encima como si muriera, con un grito y una mueca de dolor y placer que no pueden sino encantarme. Me deja inconsciente. En un momento siento todo saliéndome del vientre. Abro los ojos. Crúor está ahí y me sonríe, me alimento de su cabeza. Lloro frente al espejo que es el río hasta que de su cabeza no queda nada. Abandono el cuerpo a las ratas. Camino por senderos imposibles durante meses en los que no pienso nada, un largo hilo de saliva se extiende desde mi boca por todo el mundo y de él surgen otros como yo, uno o dos, no sé; puede que ninguno. El dolor se me hace insoportable, o demasiado exquisito. Ya no camino. Me quedó ahí inmóvil, como un árbol, móvil como un árbol. Comienzo a parir, durante semanas. De mi surgen ratas, todas las ratas, van saliendo desde mi pies, se forman, van juntas, dibujan un sendero o un camino sobre el camino del mundo. Miro a mi cuerpo desaparecer, volverse pequeño mientras las ratas salen y salen. Duermo un buen tiempo esperando que salgan todas, cierro mis ojos y ya no tengo piernas. Veo a Crúor y luego a mí.
Ya no vuelvo a abrir lo ojos.